La rigidez de los escritores, su condena al fracaso

Desde que Internet irrumpió en la vida cotidiana muchos gustos, preferencias y necesidades han cambiado. Ante esta circunstancia muchos se han adaptado a los nuevos tiempos y han obtenido importantes rendimientos económicos. Pero otros parecen estar sumidos en una era antigua y no presentan la más mínima intención de evolucionar. Es cierto que se deben defender los derechos de autor pero no imponiendo leyes coartivas que buscan más regularizar el uso de Internet que proteger a los autores. 

Hace unas semanas una escritora anunció que dejaría de dedicarse a escribir libros debido a que la cantidad de libros vendidos era inferior a las copias ilegales de los mismos que circulaban por la red. Si bien es justo que defienda sus derechos de autor debería percatarse que tal como están las cosas es imposible volver al modelo anterior en donde los libros eran sólo adquiridos en una librería. Si en lugar de peticionar leyes más duras dedicase su tiempo a probar alternativas seguramente ganaría más dinero que el que obtiene a través de las regalías de sus obras.

Ella y muchos otros autores deberían ver en Internet su gran aliado de publicación, promoción y divulgación de sus obras. Gracias a la red, las distancias geográficas casi no existen por lo que se puede alcanzar un mercado enorme.

Para citar una solución muy simple, si los autores publicaran sus obras en sitios webs o blogs a los que cualquier persona pueda acceder seguramente, dado el caudal de público que llevarán, muchísimas empresas desearán promocionarse en sus páginas y obtendrían ganancias de manera directa sin intermediarios. En conclusión, al prescindir de las editoriales ganarían más dinero con sus obras. No hay que olvidar que los gustos de las personas cambian y hoy en día, son muchos quienes prefieren leer desde un dispositivo electrónico. Si un simple blogger consigue importante rendimientos sin ser un escritor profesional y no poseer fama ¿Qué impediría que un escritor de profesión no lo logre?

Una vez más, quienes se adaptan a los cambios son los que más ventajas obtienen.