Recursos humanos: lavado de cerebros dentro de las empresas

Toda persona que haya trabajado en una empresa conocerá las artimañas que el personal de recursos humanos realiza para ganarse el “corazón” de los empleados. Lamentablemente estas prácticas son bastante efectivas en las personas y no sólo sobre aquellas que tienen una voluntad débil e influenciable sino también en otros que a pesar de tener carácter no logran percatarse de que están siendo sometidos a prácticas que buscan manipularlos.
¿Por qué existe el departamento de recursos humanos? Por que es más sencillo pagar a un grupo de personas para que logren manipular a los empleados que incrementar el sueldo o dar incentivos monetarios. Técnicamente esto no es ilegal y ni siquiera va en contra del mercado pero son los propios empleados que acatando y actuando de la manera deseada le brindan poder a estas medidas. En lugar de pensar que deben buscar el beneficio propio e incrementar su cuenta bancaria los empleados pueden ser seducidos para que antepongan los objetivos de la organización por encima de los suyos. Lo que vulgarmente se conoce como “ponerse la camiseta de la empresa”. Esta actitud sí, va totalmente en contra del mercado y es muy nociva para quienes trabajan en relación de dependencia ya que ellos no obtienen ningún beneficio directo y si lo obtienen no son más que unas pocas monedas a costa de una enorme cantidad de horas, trabajo y esfuerzo. ¿Por qué habría de esforzarse una persona si su riqueza no aumenta? Porque el departamento de recursos humanos hizo bien su trabajo y logró manipularlos. Nada más patético que ver a empleados (incluso grandes cargos) celebrar los “triunfos” de la empresa. ¿Para qué si eso no se traduce en más dinero para uno? ¿Qué le puede importar que a la empresa le cierren bien los balances y obtenga ganancias? Esta actitud de sentir cariño a una empresa es realmente un ataque durísimo para las finanzas personales ya que los empleados tienen a pensar exclusivamente en su trabajo en lugar de buscar maneras de incrementar su capital propio. Muchos no tienen más ingresos que el que obtienen cada mes fruto de su trabajo en relación de dependencia y cuando llega la edad de jubilarse se percatan que no son absolutamente nada y que su querida empresa se olvida de ellos en unos solos segundos.
Sentir cariño por una empresa ajena no sólo es ridículo sino también muy perjudicial para las finanzas personales.
Un artículo aparte merece la citación de algunos ejemplos de prácticas que buscan manipular a las personas.


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